
Lo bueno de ser portero es que para el resto de tu vida conoces lo que es el banquillo, y no te asusta. Con esfuerzo y aprovechando las oportunidades, recuperas tu puesto. Seguro. ¡Si hasta Arconada estuvo a punto de volver a la selección en el 88!. Mi segundo año de juvenil, perdí la titularidad por lesión y me propuse dejarme el alma entrenando hasta volver jugar. Así fue, y salí adelante (así iba yo por la vida con 17 años).
Días antes de la Navidad del 2003, mi médico de cabecera me dijo que probablemente tenía una depresión, y que debía ver a un psicólogo. Lógico: cada sábado por la noche me hacía el trayecto San Sebastián - Madrid en el tren nocturno, y el lunes de vuelta. Durante más de un año, de cada 7 días de la semana, dos dormía en el tren, uno en Madrid con mi pareja y cuatro en Donosti. Y atacando un trabajo en el que pese a unos resultados excepcionales, no me querían. Aquello estaba acabando conmigo. Ya no podía más.
El día de Navidad por la noche tomé el tren de regreso para trabajar. Iba a ser para poco, ya que en Nochevieja volvía a casa. Y entonces, cuando vivía instalado en las vísperas de nada, llegó uno de los momentos más intensos de mi vida.
El 28 de diciembre, a las siete de la tarde, yo estaba en mi despacho del centro comercial. Vinieron 2 empleados corriendo muy agitados: "¡Corre, corre, ven!". Me sacaron a tirones de aquella triste habitación y me llevaron a la línea de cajas. Allí estaba Arconada, con tres amigos. Tomé el bolígrafo de una cajera y el primer papel que vi. Me fui hacia él y le saludé. Estaba muy nervioso, yo quería contarle en un minuto lo mucho que le admiraba, pero ahora sólo recuerdo lo que dijo él: "¿Eres el director de todo esto? Debe ser difícil". Tímidamente, respondí: "No lo sabes tú bien". Me firmó un autógrafo. Volví a mi despacho, cerré la puerta y toda la depresión me salió por los ojos, en una de esas emociones sin medida que nadie ve.
Poco después dejé ese trabajo y el esfuerzo inútil por quienes no apreciaban lo difícil que, de verdad, resultaba todo aquello para mí.

